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Edición número LIV del Torneo

Abierto de Ajedrez de San Sebastián


del 18 al 20 de enero 2013

Premios garantizados: 4,000 dólares

estadounidenses. 

Premios proyectados: más de 6,000 dólares

estadounidenses.

Biografia de Narciso Rabell Méndez

 

Nació en San Sebastián de las Vegas del Pepino en el 1936.  Fue nieto de Narciso Rabell Cabrero quien fue uno de los puertorriqueños más importantes del siglo XX.  Al igual que su abuelo, Narciso Rabell Méndez, se destacó por sí mismo en varias facetas de su vida.  En Puerto Rico, además de ser un destacado ingeniero se le conoce por sus valiosas aportaciones al ajedrez mundial. 

Narciso fue sin dudas protagonista de un capítulo glorioso en el ajedrez puertorriqueño. Desde muy joven, más que seguir el camino de los grandes maestros jugadores del ajedrez, optó por facilitar la fase administrativa del juego-ciencia. Lo promovió localmente desde la Federación de Ajedrez de Puerto Rico, como su presidente, al tiempo que lo impulsó internacionalmente, procurando la más lucida participación de los jugadores puertorriqueños. Fue presidente adjunto de la FIDE y candidato a presidente de la misma.

Hombre de agudo intelecto y espíritu inquieto, pretendió siempre acortar distancias propiciando juntes y torneos entre los jugadores más destacados de la época. Entre sus grandes éxitos está el de haber traído a Puerto Rico varios torneos internacionales: el Campeonato Universitario Mundial, en el 1971, celebrado en el Colegio de UPR-Mayagüez y el encuentro de candidatos, para el campeonato del mundo, entre Robert Byrne y Boris Spassky, en el 1974, en el Colegio de Ingenieros-Agrimensores en la capital.

Continuó organizando torneos, compitiendo y acompañando a jóvenes ajedrecistas a diferentes compromisos locales e internacionales. Precisamente se disponía a iniciar un viaje hacia una jornada internacional de ajedrez entre escolares cuando le sorprendió la muerte.   En su velorio fue emocionante el gesto de la joven Danitza Vázquez, campeona nacional femenina de Puerto Rico, quien se acercó tímidamente a la familia de Narciso para entregarle una dama blanca, pieza que, con respeto y admiración, colocó encima del féretro de su mentor y contrincante.   Esto nos demuestra que la labor del  caballero andante como muy bien lo apodo Bernard Christenson en su esquela para El Nuevo Día encuentra eco en esta nueva generación de ajedrecistas en Puerto Rico. 

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